Skills mismatch: la educación informal puede ser parte de la respuesta

28 de Febrero de 2019
Escribe Pablo Listingart, director ejecutivo de ComIT

El fenómeno de skills mismatch —o desajuste de capacidades o habilidades, en español— es, según una definición de la UNESCO, la “situación de desequilibrio en la cual el nivel o tipo de habilidades disponibles no corresponde a las necesidades del mercado laboral”.

El organismo dependiente de Naciones Unidas también define el término como “situación en el mercado laboral donde el nivel de habilidades de los individuos no coincide con el nivel de habilidades requerido en los puestos de trabajo”.

Esta problemática tiene alcance global y requiere analizar cuáles son sus orígenes para poder conocer sus posibles soluciones.

Por una parte, responde a la situación actual de la educación formal, que tiene como principal interés contar con una lógica de negocio. Es decir que este sector privilegia las necesidades de los clientes de alcanzar un título por sobre las demandas del mercado laboral. Esto implica que la educación formal busca definir un camino de formación y extenderlo para maximizar sus ganancias a partir del mayor tiempo del alumno en ese proceso.

Además, en relación a esta primera problemática, se debe también considerar la falta de flexibilidad en la educación. Actualmente existen procesos de aprobación de programas educativos muy extensos, con caminos demasiado largos para el cambio, que no se condicen con la velocidad en la que están cambiando las necesidades de las diferentes profesiones.

Estos dos puntos que pueden considerarse parte del problema original de Skills Mismatch están relacionados, debido a que la educación ignora lo que el mercado demanda o reacciona tardíamente en responder a sus necesidades. Una de las razones de esta deficiencia es que, para un instituto educativo, realizar la inversión de desarrollar programas, obtener aprobaciones oficiales, etcétera, es algo que demanda un proceso burocrático que no es acorde a la velocidad que necesita el mercado. Es decir que la adecuación de los programas de las instituciones educativas no se condice con la velocidad de cambio del mercado laboral.

En este marco existen determinadas profesiones, muchas de ellas relacionadas con las habilidades digitales, que se nutren cada vez más de trabajadores que aprenden en el mercado informal. Muchas personas aprenden por medio de Internet, o utilizando cursos cortos, con el objetivo de contar con una salida laboral, en lugar de optar por carreras largas donde tampoco existe una certeza de conseguir un empleo una vez finalizadas.

Entre este grupo de cursos, se pueden destacar los llevados adelante por Comunidad IT, donde constantemente trabajamos a partir de las necesidades de la industria de TI.

Lo anterior no implica un desmerecimiento a la educación formal, que es un pilar para el desarrollo de las personas y también para la formación de capital humano.

Lo que cada vez parece más claro, especialmente en rubros de habilidades digitales, es que en el futuro —y también en el presente— la formación para una amplia diversidad de profesiones será a través de la conjunción de la educación formal e informal.

Esto aportará a los alumnos una visión más completa de su profesión, con una base de habilidades formales que serán la base de sus recursos para resolver problemas, pero cada vez más íntimamente ligadas a conocimientos particulares adquiridos por fuera de la educación formal, que le brindarán herramientas concretas para aspectos puntuales de su trabajo diario.

En resumen, la educación formal es importante y necesaria para la formación de profesionales idóneos, pero se deben sumar también herramientas flexibles que permitan la adaptación a un ecosistema laboral en constante evolución.

(*) Pablo Listingart: Director ejecutivo de ComIT